Bienvenidos a mi humilde ágora de opiniones.

Vivir la ciudad en que ames y sufras, sueñes y padezcas las mil y una
decepciones "de la carne herencia", parafraseando a Shakespeare, es una muestra de gratitud hacia el lugar que representa siempre algo más que un simple paisaje: es reencontrar el alma en las pequeñas anécdotas que nos rodean.



miércoles, 2 de junio de 2010

EL MERCADO DE NUESTRO SEÑORA DE ÁFRICA (LA REVOCA)















La Avenida de San Sebastián alcanza una alegre y concurrida rotonda frente a la que se alza "la Recova" de Santa Cruz o, como también se la conoce, el Mercado de Nuestra Señora de África.
Este ciberviajero solía acudir en su niñez con sus padres para comprar aquellos alimentos frescos que se vendían (y venden) en este antiguo mercado santacrucero.
Cuando se contempla la estampa de esta construcción, remozada hace unos años, se comprende lo lejos que nos hallamos de aquel mundo donde no había tanta prisa ni necesidad de ostentación o de "economías" de crisis...

Hoy en día, las grandes superficies tratan de arrasar con el pequeño comercio, tan tradicional y entrañable en toda Canarias: ventas y pequeñas tiendas de comestibles; o los familiares comercios de las principales arterias turísticas de la capital.

Pero, como si se tratara de una tregua en esa batalla (casi) perdida, el Mercado se alza, cálido y sereno, bajo el fuego del atardecer.

LA (ESCONDIDA) PLAZA DE SAN SEBASTIÁN

Cuando se desciende por la conocida Avenida de San Sebastián y se está a punto de alcanzar el Mercado de Nuestra Señora de África, a pocos de nosotros se nos habría ocurrido desviar nuestros pasos hacia la pequeña plaza sobre la que se alza una hermosa Iglesia, dedicada (como ya habrá adivinado el ciberlector) al citado santo. Y no sería de extrañar que al recién llegado le fuera imposible llegar hasta ella, ya que el conjunto se halla rodeado por edificios más altos que la Iglesia, lo que impide localizarla en el horizonte.
IGLESIA SITIADA. Así se puede calificar este raro fenómeno. Pero, lamentablemente, es así. Y, sin embargo, es un edificio pulcro, sencillo de formas, de una pureza extraña entre el gris hermético de la ciudad que la enguye. Los parroquianos deben sentirse orgullosos, como numantinos contemporáneos que se resisten al inexorable avance de la urbe.
Obsérvese el letrero de la foto superior: símbolo inequívoco de lo que acontece con San Sebastián: el nombre está casi borrado por esa forma de arte urbano denominado grafito (o ejemplo de mala educación y peor gusto, para las mentes tradicionales).
No quería que esta Iglesia y su pequeña plaza pasaran inadvertidas.