En la confluencia entre las calles Álvarez de Lugo y Pérez de Rozas se puede contemplar la "reconstrucción" de un viejo edificio desde dentro (lo cual vendría a ser como una cirujía estética, pero a la inversa: se vacía el interior a reconstruir manteniendo la fachada). Sin embargo, el espectáculo es singularmente curioso e inquietante.Aunque lo que más nos llama la atención de este, por otro lado, tranquilo paseo, es la muestra gratuita de arte urbano con que nos regala la vista: contenedores azules, amarillos, verdes o grises, de vivos colores, se ven recubiertos con las señas rocambolescas e indescifrables de decenas de grafitos en B/N. Es la más evidente demostración de la democracia en el arte. Porque, ¿quién no lleva un grafitero en su interior dispuesto a ejercer furtivamente tan ejemplar tarea artística? Tan sólo expresaré una opinión personal al respecto: los he visto indudablemente mejores.
Tal vez, lo único que no entendemos es esa costumbre a mantener los contenedores abiertos mediante el expeditivo sistema de la caja interpuesta. Aunque presumimos que tal vez se deba a que el sistema de apertura de tracción ciudadana del embellecido contenedor esté fuera de servicio. Y estos son tiempos de crisis... Además, ¿por qué seguir normas de urbanidad cuando la consigna está tan clara: "Be rebel, my friend"?