Valle Seco es la playa en Santa Cruz, la más querida. Sobre todo por los vecinos de este pequeño núcleo de santacruceros cuyas casas se arraciman sobre la ladera de una de las estribaciones del macizo de Anaga. Años de lucha por conservar este pequeño emblema de paz encerrado entre viejas construcciones, detenidas en el tiempo y abandonadas, y los tanques petrolíferos de la BP; años en que las personas que gozaron y disfrutan aún de este enclave costero, de callao y asfalto, siguen peleando por "su" playa, que es la playa de todos los chicarreros, y que debe seguir siendo el remanso de mar que el tiempo conservará para sus hijos, y los hijos de sus hijos.
Se trata de un pequeño balcón popular de la capital al océano donde gentes de todas las edades, jóvenes, parejas, madres e hijos, abuelos y nietos, se asoman al oleaje para refrescarse y dejar que el sol les insufle la vitalidad que todo lo cura.Las fotos que muestro fueron tomadas durante la tranquila tarde de un martes primaveral en el que no había nadien en la playa. Esto no es lo normal. De hecho, el domingo la afluencia de bañista es considerable, y durante el verano incluso excesiva, porque es el lugar elegido por los habitantes de la ciudad que no desean acudir a la otra playa santacrucera por antonomasia: Las Teresitas, junto al pueblo de pescadores de San Andrés.
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